El alma de la fiesta

 

Bajo la frescura de una noche que aún pide fiesta y con ánimos de luces citadinas, van Oscar y Pablo en el transporte público, estación tras estación, inventando algún distractor para evitar el incómodo momento de ir cada uno con su casi desconocido otro. Oscar se reanima con pensamientos y premisas, y por un lapso ve oportuno entablar una especie de amistad.

Todo lo que está sucediendo, ¿está programado? Pregunta Oscar.

¿Cómo programado?, dice Pablo.

Con dificultades, Oscar continúa, Bueno, que de un modo u otro estoy llegando a esto que estoy viviendo ahorita, ¡hic! Y mañana, si nos toca regresar por el mismo camino o si termino haciendo alguna otra cosa que no sea tomar el transporte al volver a casa, ¿es por lo mismo de que yo colaboré, de algún modo, con que suceda?

Pablo responde con paciencia más bien forzada, Entonces no es programado, más bien lo ves como místico, de esas cosas que la gente no puede responder y mejor le da la etiqueta de esotérico como etiqueta de "pendiente de resolver".

Oscar continúa, Más bien, como que solitos nos encaminamos a lo que se nos presenta. Pablo le responde ¿Algo así como que estás en donde estás porque así lo hiciste por alguna razón esotérica? Pero Oscar atiende a sus ideas súbitas y responde Buen punto, eso de "solo te sucede lo que alcanzas a notar".

Ninguno de los dos sabe adónde voltear, se quedan callados de repente. Oscar piensa en lo que acaba de hacer. El estado inconveniente en el que va le permite aplastar las consecuencias incómodas y hasta le hace jactarse de lo que dijo. Sonríe, alza el mentón y deja la vista puesta en su mente.

El transporte lleva poca gente, va entre edificios, calles calmadas y postes de luz en alerta y, a través de sus ventanas oscuras por fuera, brillantes por dentro—, da muestra de la hora. Oscar piensa a prisa si lo que le dijo a Angelina pareció un cumplido o denotó cortejo. Su temor de arranque es que la respuesta sea un sí. Después, las mareas alcohólicas en su cabeza le presentan rápidamente nuevos temas de interés. Da un último instante de atención al momento aquel con Angelina y termina por mandar mentalmente a todo y a todos al carajo para ponerse a pensar en otra cosa.

¿Cómo viste la fiesta?, vuelve a abrir plática.

Ah, pues normal—. Responde Pablo.

Es que los vi a ustedes como apagados, por eso fui a hacer plática de lo que fuera.

Ah, sí. Y estuvo bien, pa' eso son las fiestas.

Pablo desvía la mirada hacia la primer ventanilla que le deja ver las afueras del transporte y no se da cuenta de su gesto de cortedad tan bien notado por Oscar porque, en la normalidad, a Pablo siempre se le ve alegre y atento. Oscar se exalta, se acelera sobre su asiento, se detiene con los tubos de la banca de enfrente, opta por destruir mentalmente la pena de sentirse ignorado y se pone a pensar en los detalles, aprovechables existencialmente, de diario en tanto ahoga un grito festivo que pretende levantar la fiesta como cuando lo intentó con sus compañeros al hacerles platica profunda de lo que fuera. Luego, se aplaca en el respaldo del asiento del transporte con una sonrisa irónica y marca en sus cejas una extraña mezcla de enfado y soberbia. Continúa el camino sin saber qué más decir a su compañero. Únicamente se limita a pensar, con pena, que este presente agobiante es resultado de su camino, de aquello de "solitos nos encaminamos a lo que se nos presenta". No puede evitar sentirse enojado y a la vez se resigna, pues, de ser cierto que solito llegó a ese presente, debería estarse agradecido de ser, como se autonombró, "el alma (en pena) de la fiesta".

Firma: Josué Genesi.


Sígueme en FacebookInstagram y TikTok.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lanzamiento Página de un libro inédito

Acción y efecto de arrancarse la piel

Luces